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Tratamiento psicológico para la depresión en Granada

¿Qué es la depresión?

La depresión es el trastorno psicológico más frecuente en la población en general. Se estima que el 3.5% de la población sufre actualmente depresión. Suele hacer mucho daño a la persona que lo sufre y también a sus familiares. Puede afectar a todos los ámbitos de la vida de la persona y, en estados graves, puede llevar al suicidio.

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Puede aparecer sola. Aunque es frecuente que vega acompañada de otros problemas emocionales. Por ello debe ser evaluada incluso cuando el motivo de consulta es otro problema emocional. El protocolo de intervención debe abordar todos los problemas relacionados con la depresión.

Coloquialmente, se usa con frecuencia la palabra depresión. Para referirnos a un estado puntual de ánimo más bajo de lo habitual o cuando estamos cansados. Sin embargo, la depresión implica mucho más que eso. Es un trastorno psicológico que supone importantes cambios en la manera de pensar, de sentir y de comportarse. Este cambio es más marcado conforme aumenta su gravedad.

Se caracteriza por un estado de ánimo habitualmente bajo. Por la pérdida de la capacidad previa de disfrute y del interés por las actividades cotidianas de la vida. Por la pérdida de interés por las cosas que solían interesar y gustar a la persona antes de la depresión.

Suelen aparecer también otros síntomas. Irritabilidad, ansiedad, cansancio excesivo y continuo. Problemas de sueño, cambios en el apetito y dificultades de concentración y toma de decisiones. Sentimientos de inutilidad y culpa y problemas de deseo sexual.

La terapia cognitiva, interviene sobre los procesos de pensamiento y razonamiento. En la depresión se aprecia una forma de pensar negativa más o menos generalizada. La persona tiene una visión negativa acerca de sí misma, de los demás, del mundo y del futuro. También, acerca del entorno y las personas que la rodean.

En algunos casos, conforme aumenta la depresión, puede aparecer la desesperanza. Esta fomenta los pensamientos recurrentes de muerte o ideación suicida. Son la antesala de los intentos reales de poner fin a su vida.

El círculo vicioso de la depresión

La persona deja de realizar actividades placenteras y de ocio. O si las hace, es con mucho esfuerzo y no producen el mismo nivel de satisfacción que antes.

Progresivamente en unos casos, o de forma drástica en otros, también dejan de realizar actividades obligatorias y de autocuidado. Por ejemplo, levantarse, lavarse, vestirse, ir al trabajo, estudiar, etc.

El abandono de la realización de actividades conduce al círculo vicioso de la depresión. Consiste en que la inactividad fomenta que cada vez tenga menos motivación por hacer cosas. Esto le conduce al aislamiento. En este estado, la persona tiene pensamientos automáticos negativos acerca de su valía. Esto le conduce a un bajo estado de ánimo constante y falta de energías. Se vuelve al principio del círculo. La persona no ve sentido a hacer actividades placenteras, porque han perdido su poder reforzador. Esta expectativa, conduce al establecimiento y mantenimiento de la depresión.

La depresión prolongada en el tiempo puede ir teniendo efectos muy negativos. Son efectos colaterales que pueden afectar a diversas áreas de la vida de la persona. Por ello es importante acudir cuanto antes a un profesional cualificado. Para que le oriente y explique al qué le ocurre y por qué le ocurre. Para darle unas pautas a seguir, nuevas herramientas y habilidades personales. No sólo para superar su depresión actual, sino para prevenir que vuelva a aparecer en el futuro(prevención de recaídas).

Tipos de tratamientos para la depresión

Los fármacos antidepresivos son de ayuda al inicio de la depresión, en casos muy graves y con ideación suicida severa. También son el tratamiento de elección para aquellas personas que no quiere cambiar sus hábitos y esquemas. El tratamiento farmacológico no cura la depresión si no se modifican las causas que hicieron que apareciera.

Por ejemplo, si una persona ha caído en depresión porque no es capaz de rehacer su vida tras la pérdida de su pareja. Hasta que no sea capaz de asumir este suceso y volver a tener un estilo de vida saludable, no saldrá de su depresión. Los fármacos no le van a enseñar a rehacer su vida.

El tratamiento farmacológico solo no suele ser un buen tratamiento a largo plazo en muchos casos. Los "factores de vulnerabilidad psicológica" hacia la depresión no son tratados mediante los fármacos. En aquellos casos en los que existen tales factores, las recaídas son muy probables.

El tratamiento psicológico evalúa no sólo la depresión. También otros problemas de base, que la literatura científica indica que son factores de vulnerabilidad.

Terapia psicológica para la depresión

La terapia cognitivo-conductual y la Terapia Cognitiva de Beck, establecen protocolos de intervención. Los protocolos son programas de tratamiento, semiestructurados, cuya validez ha sido analizada. Está compuesto por módulos de tratamiento que inciden en diferentes factores de vulnerabilidad hacia la depresión.

Suponen una psicoeducación progresiva y un entrenamiento sistemático en todas esas habilidades que la persona no tiene. Una modificación de actitudes desadaptativas. Cambios necesarios en cada caso en los modos habituales de pensar y expresarse. En la forma de relacionarse, valorarse, evaluar y resolver problemas, entre otros.

La terapia psicológica cognitivo-conductual requiere habitualmente de sesiones semanales. Variando según el caso entre unas 10 a 20 sesiones. Requiere de la implicación de la persona tanto en las sesiones como en el trabajo para casa entre sesiones. Las sesiones se estructuran para ir consiguiendo una serie de objetivos propuestos. Van teniendo un efecto acumulativo. Es decir, los logros conseguidos en sesiones anteriores, permiten alcanzar los objetivos de la sesiones siguientes.

Como criterios para el alta, para considerar que una persona ha superado la depresión, se tienen en cuenta diferentes aspectos. Las observaciones en las sesiones y las verbalizaciones del cliente. El hecho de que la persona ponga en práctica en su día a día las herramientas facilitadas. Para finalizar la terapia, se realiza un resumen de la misma. Se le deja claro qué hacer en cada circunstancia en la que se pueda ver en peligro de recaer. Para finalizar se realiza nuevamente una evaluación psicológica exhaustiva con cuestionarios. Esto permite comprobar y demostrarle a la persona, que ya se encuentra bien.


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