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Psicólogo infantil y para adolescentes en Granada

Familia con hijos

En una sociedad tan cambiante y demandante como la actual, nos encontramos con el desafío de identificar cuando nuestros hijos tienen algún problema y cómo poder ayudarles. Son muchos los padres que acuden a consulta angustiados ante la posibilidad de que no estén haciendo algo bien con sus hijos, que estos tengan un problema o que a medida que se vuelvan más independientes y difíciles de supervisar, se metan en problemas.

Aunque no hay unos criterios estándares para determinar si el desarrollo de un niño es normal, si podemos identificar conductas y actitudes que nos demuestran que crecen felices, seguros de sí mismos, con responsabilidad y habilidades para desenvolverse en contextos sociales cada vez más amplios y demandantes.

En ocasiones los padres desconocen muchos aspectos sobre el desarrollo socioemocional y psicológico, y ello les lleva a preocuparse de forma excesiva cuando ven en sus hijos ciertos miedos y conductas extrañas. En algunas ocasiones, dichos miedos y comportamientos son parte del desarrollo normal del niño, por lo que sólo deberemos guiarlos para que puedan solucionarlos y no constituyan factores de vulnerabilidad en un futuro.

Los padres constituyen el primer medio de socialización , por lo que de nosotros depende que nuestros hijos aprendan las primeras pautas para vivir en sociedad y adquieran una sana autoestima. Resulta importante que los padres tengan habilidades para comunicarse eficazmente con sus hijos, saber abordar las conductas inapropiadas y reforzar las apropiadas, fomentan una sana autoestima y tener habilidades para resolver problemas y enseñárselas a sus hijos.

Si el niño y niña no adquiere estas habilidades y herramientas, puede ocurrir que presente problemas como los que se describirán más abajo, que se pueden manifestar en su infancia o bien pasar desapercibidos, y en todo caso su no adquisición conduce a que desarrollen factores de vulnerabilidad que le impedirán afrontar adecuadamente acontecimientos futuros y que le predispondrán a otros problemas psicológicos más graves ya en la edad adulta. Por este motivo, desde nuestra orientación como psicólogos cognitivo-conductuales, defendemos la importancia de fomentar en los más pequeños esas herramientas que les ayudarán a enfrentarse a situaciones de la vida cotidiana. Nos referimos a cómo fomentar una sana autoestima en los niños/as, como enseñarles habilidades para relacionarse con las personas de su entorno en las diferentes situaciones, habilidades para resolver problemas, cómo controlar sus emociones, etc.

Con el objetivo de ayudar a todos aquellos padres y niños/as que requieren de una intervención psicológica, el Centro de Psicología Aaron Beck pone a su disposición su área de Psicología Infantil, en donde se tratan, entre otros los siguientes problemas:


Depresión infantil

La depresión infantil suele ser más difícil de identificar por personas no especialistas, manifestándose como irritabilidad o reacciones de ira. A pesar de ello, una evaluación más cuidadosa, permite identificar los siguientes síntomas que son característicos en niños deprimidos y niñas deprimidas:

  • un estado de ánimo irritable o triste,
  • pérdida de interés o placer en las actividades,
  • pérdida (o aumento) de apetito/peso o fracaso en lograr la ganancia de peso esperada,
  • insomnio o hipersomnia,
  • agitación o enlentecimiento psicomotores,
  • fatiga o pérdida de energía,
  • sentimientos de inutilidad o de culpa,
  • disminución de la capacidad para pensar/concentrarse o indecisión y
  • pensamientos de muerte o ideas, planes e intentos de suicidio.

Estos síntomas son resultado de la interacción de factores ambientales y personales, es decir, habitualmente el niño ha ido acumulando una serie de experiencias que le hacen vulnerable a desarrollar depresión cuando ocurre un incidente que precipita la aparición aguda y más acusada de los síntomas de depresión. Los problemas de baja de autoestima y la falta de habilidades sociales, son los factores de vulnerabilidad más habituales. Entre los factores precipitantes, los más habituales suelen ser conflictos con los iguales o compañeros de juego/clase, malas notas en el colegio o la existencia de problemas entre los padres.

Trastornos de ansiedad en niños

La respuesta de ansiedad es una respuesta innata y adaptativa del ser humano, que lo prepara para poder afrontar situaciones peligrosas o novedosas. Por ejemplo, si percibimos que nos va a atropellar un coche, la respuesta de ansiedad, permite mandar más sangre a los músculos y favorece la respuesta de afrontamiento a esa situación, como puede ser dar un salto o correr.

Sin embargo cuando esta respuesta es desproporcionada (porque es muy intensa o incapacitante) con respecto a la situación que la provoca o surge en situaciones no peligrosas, en este caso no resulta adaptativa sino contraproducente y constituye un problema que interfiere en diferentes áreas del niño, tanto a nivel personal, social o académico. Esto normalmente ocurre porque el niño desarrolla conductas de afrontamiento ineficaces, como evitar situaciones asociadas al miedo, pensar en las posibles consecuencias que tendría su exposición al miedo, etc... En estos casos es recomendable que sea tratado por psicólogos no posponiendo mucho esta situación, para evitar que el miedo se haga crónica o se viva mucho tiempo con él.

Existen ciertos factores de vulnerabilidad y que predisponen a la aparición de los trastornos de ansiedad, como son: el perfeccionismo con excesivo miedo a cometer errores, problemas familiares (separación o relación con hermanos, por ejemplo), miedos evolutivos no superados con la edad, aprendizaje de modelos familiares con problemas parecidos, etc. Sin embargo, los trastornos de ansiedad se adquieren por un proceso de aprendizaje asociado a una situación que resulta especialmente desagradable, por ejemplo: el ataque de un perro, suspender un examen, la ridiculización en público, que el padre o la madre deje de vivir en el domicilio habitual, que la madre o la madre no se muestren disponibles cuando el niño los requiere, etc...

Dentro de los trastornos de ansiedad en la infancia, se pueden diferenciar los siguientes problemas:

  • fobias específicas o miedos, como miedo a la oscuridad, a irse a dormir, a los ascensores, a los lugares altos o a los animales, entre otros muchos.
  • fobia escolar: se da cuando el niño o niña se niega a ir al colegio o lo hace mostrando mucho malestar y ansiedad; el niño teme que le vaya a ocurrir algo malo en el colegio o que se reproduzca una situación desagradable que ocurrió previamente. La fobia escolar no se debe a pereza o falta de motivación ni tampoco se debe confundir con el bullying (en este caso existe una agresión real y repetida en el tiempo que le lleva al niño también a querer evitar el colegio). La fobia o ansiedad escolar, se concibe con una respuesta inadecuada del niño ante una situación demandante que habitualmente es afrontada correctamente por los niños de su grupo de edad, pero que en su caso no ocurre así, porque existen factores de vulnerabilidad que le conducen a afrontar una situación normal de una forma correcta.
  • trastorno de evitación: en el DSM-5 se habla de trastorno de apego reactivo y consiste en que el niño se muestra socialmente inhibido ante los cuidadores principales (entiéndase padres y/o abuelos, entre otros), buscando raramente su consuelo o se dejan consolar cuando sufren algún tipo de malestar.
  • trastorno de relación social desinhibida: se da cuando el niño el niño no muestra reticencias a relacionarse e incluso irse con extraños, mostrando un comportamiento hacia ellos que denota excesiva familiaridad y que se acompaña también con muy poca necesidad de apoyo de la figura de apego. Habitualmente, los niños de forma natural muestran reticencia a relacionarse con extraños, sobre todo cuando se encuentran en ausencia de la figura de apego o cuidador principal. Este trastorno se da cuando no existe dicha reticencia, exponiendo al niño a situaciones potencialmente graves y que denotan un desarrollo socioemocional inadecuado, que le puede hacer vulnerable a otros trastornos psicológicos en años posteriores, y que por ello requiere que sea abordado por profesionales, cuando se tengan indicios razonables de su presencial.
  • ansiedad por separación: se da cuando el niño muestra una ansiedad excesiva e inapropiada cuando prevé o experimenta que su figura de apego (madre, padre o familiar) va a dejar el hogar o se va a separar de él, aunque sea momentáneamente. También suele aparecer una preocupación persistente ante la posibilidad de que la figura de apego experimente una desgracia, le ocurra algo malo o fallezca. En algunos casos también puede ocurrir que el niño se muestre incapaz de permanecer en un lugar sin que le acompañe la figura de apego, por ejemplo, que resulte imposible que una tía o la abuela se quede a cargo del niño.
  • ansiedad excesiva, se da cuando el niño muestra muchos temores y preocupaciones excesivas por situaciones corrientes de la vida, siendo habitual que vaya cambiando el tema de dichas preocupaciones y que sean estos muy variados. El niño suele mostrar también mal humor y berrinches.
  • trastorno obsesivo-compulsivo: en niños también puede aparecer este trastorno, manifestado habitualmente como la necesidad imperiosa de lavarse la manos de una forma ritualizada, necesidad de repetir, chequear, contar u otros rituales rígidos realizados proe ejemplo cuando se va a dormir o va a realizar otra tarea. Las obsesioens son ideas intrusivas, desagradables y que la persona no puede controlar, que le producen mucha ansiedad y malestar, y que habitualmente tiene que ver con el miedo a cometer un error grave (dejarse el grifo abierto), hacerle daño a alguien (cortarle a alguien con el cuchillo que acaba de coger), o dar pie a una situación embarazosa. Las compulsiones son rituales que se ejecutan de forma rígida. Pueden ser rituales mentales (como contar hacia atrás) o conductuales (abrir y cerrar el grifo varias veces para asegurarse de que queda bien cerrado) y que funcionan como estrategias que el niño desarrolla para reducir su ansiedad y controlar la ocurrencia de la situación desagradable que teme.
  • trastorno de adaptación, que puede ser de tipo ansioso o mixto (cuando predominan también los síntomas depresivos): ocurre cuando el niño responde con un malestar intenso y desproporcionado ante una situación que aunque resulta objetivamente estresante, puede ser abordada correctamente con las habilidades psicológicas necesarias. Habitualmente, el cambio de colegio o de domicilio, de cuidador, etc... pueden contribuir a la aparición de síntomas de ansiedad y depresión, provocando un deterioro significativo a nivel personal, social y académico en el niño. En estos casos, se puede determinar con cierta precisión el elemento que desencadena la sintomatología del niño.

Baja autoestima en niños

La baja autoestima se da cuando el niño tiene una opinión negativa sobre las características que emplea para definirse, es decir, se evalúa de forma negativa en aquellas áreas del autoconcepto que considera importantes. Esta descripción puede hacer referencia como se ve a si mismo:

  • en el colegio: supuestos donde el niño/a se compara con sus compañeros o con lo que "debería" conseguir como buen estudiante, quedando en desventaja,
  • en el área social: supuestos donde el niño/a se ve inferior con respecto a su grupo de iguales, lo cuál le puede llevar a un comportamiento retraído o de asilamiento,
  • en el área familiar: supuestos donde el niño/a se siente en un plano secundario dentro del núcleo familiar, una falta de sentido de pertenencia,
  • en su aspecto físico: supuestos donde el niño/a percibe su apariencia o presencia física como negativa,
  • etc.

Puede tratarse así de niños/as perfeccionistas, exigentes consigo mismos o con los demás, con miedo excesivo a comieter errores, miedo a la evaluación negativa o crítica de los demás, etc.

Déficit en Asertividad y Habilidades Sociales

La asertividad tiene que ver con la habilidad para expresar nuestros sentimientos, opiniones y deseos, siendo respetuosos con los demás y con uno mismo. Una persona tiene problemas de asertividad cuando se muestra inhibido y no es capaz de expresar sus opiniones y deseos, así como hacerlos respetar. También se dan problemas de asertividad, cuando la persona es agresiva, y habitualmente trata de imponer sus deseos y opiniones a los demás, de una forma indiscriminada y sin respetar las opiniones y deseos de su interlocutor.

Las habilidades sociales, tienen que ver con un conjunto de destrezas que permiten a la persona desenvolverse de forma eficaz en los medios sociales con la finalidad de alcanzar una serie de objetivos; ello implica respetar una serie de normas de convivencia, legales y morales. Los objetivos o refuerzos pueden ser la aprobación y reconocimiento de los otros, así como cualquier otro tipo de refuerzo cuyo consecución implica relacionarse de forma adecuada con otras personas.

Los niños/as que tienen problemas para relacionarse con diferentes personas o en diferentes contextos, pueden manifestar sentimientos negativos como ansiedad, frustración, inseguridad, sentimiento de no ser tenido en cuenta, etc., en sus relaciones interpersonales.

Un niño/a asertivo y habilidoso socialmente, mantiene relaciones positivas, sinceras y seguras con las personas de su entorno, sabe expresar su opinión, hacer críticas constructivas y recibirlas, hacer peticiones y decir no, expresar sentimientos positivos y negativos, etc., de forma adecuada, actuando de forma que respete sus propios derechos como persona sin pisotear los derechos de los demás.

Nos podemos encontrar con niños/as que presentan este déficit cuando:

  • se muestran agresivos en sus relaciones: problemas de conducta que se observan en niños/as que expresan sus emociones y opiniones de forma hostil, exigen a los demás como método para resolver conflictos, suelen experimentar sentimientos de tensión, odio, frustración o enfado hacia los demás cuando no responden ante sus exigencias, no suelen tener amigos y pueden emplear la violencia física para conseguir sus objetivos
  • o se muetran inhibidos: niños/as que no expresan adecuadamente lo que sientes u opian, esperando que los demás lo adivinen, se dejan dominar por los demás, no se atreven a hacer criticas cuando algo les ha molestado o a rechazar peticiones, su actitud es sumisa y retraída, evitan o no afrontan los conflictos, etc.

Estos y otros problemas, pueden observarse en múltiples situaciones que rodean a nuestros hijos, su detección y búsqueda de tratamiento adecuado, es el paso previo de nuestra labor como padres responsables.

Desde nuestro centro, ponemos a su disposición tratamientos con protocolos estandarizados e individualizados a cada niño/a, para poder resolver los problemas motivo de consulta, donde los padres juegan un papel primordial en la generalización y mantenimiento de los logros alcanzados con el tratamiento. Por este motivo, prestamos la importancia adecuada en instruir a los padres en las herramientas y estrategias necesarias para tales fines.



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